martes, 23 de julio de 2013

Efeso - Turquía


Ephesus

Cuando pensamos en la cultura clássica griega solemos pensar en la actual Grecia del mismo modo que al pensar en el imperio romano nos viene a la cabeza Italia, pero en su tiempo las fronteras de dichos imperios se extendían mucho más allá del territorio que sus homólogos actuales ocupan hoy día. Y curiosamente una de las ciudades clásicas mejor conservadas del mundo se sitúa en la actual Turquía, en los alrededores de Selçuk.

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Éfeso fue un importante enclave comercial, religioso y cultural a orillas del mar Egeo. Siendo primero una ciduad griega famosa por su magnífico templo dedicado a la diosa Artemisa, considerada una de la siete maravillas del mundo antiguo, aunque hoy en día por desgracia tan solo queda en pie una única columna.

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Pero fue durante la época romana cuando llegó a su apogeo, con una población de hasta 500.000 habitantes en torno al año 100, se dice que fue la segunda ciudad más importante del imperio únicamente por detrás de Roma. Fue también durante el s.I y II cuando se construyeron el templo de Adriano, el teatro y la famosa biblioteca de Celsus.

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Éfeso es también un lugar histórico para cristianismo ya que fue un importante enclave durante el periodo paleocristiano. El apóstol Pablo vivió en Éfeso y allí escribió la primera epístola de los Corintios del Nuevo Testamento. También el apóstol Juan viajó a la ciudad y pasó allí sus últimos años hasta su muerte a principios del s.II. Se dice que fue en el monte Ayasoluk donde escribió el evangelio y donde murió. Fué allí donde el emperador Justiniano encargó construir la monumental Basilica de San Juan allá por el s.VI, de la que hoy tampoco queda mucho en pie pero que aún y así vale la pena visitar. Pero la leyenda cuenta que Juan vino desde Jerusalem acompañado de la Virgen María, a quien tenía a su cargo tras la muerte de Jesus, y que fue en Éfeso donde ella también murió, concretamente donde se erige la Inglesia de Maria a las afueras de Selçuk.

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Tras diversos terremotos devastadores, Éfeso resurgió de nuevo durante la época bizantina como la segunda ciudad más importante del imperio únicamente eclipsada por Constantinopla (Istambul). Durante esta época se construyó la fortaleza en lo alto del monte Ayasoluk y que hoy por hoy aún no puede visitarse por el peligro de derrumbe de sus muros.

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La ciudad  fue conquistada diversas veces por parte de ejercitos musulmanes de Anatolia y por los ottomanos hasta ser abandonada en el s.XV trasladando el centro urbano a la actual Selçuk.

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Éfeso es una verdadera maravilla, uno de esos lugares claves para entender la historia occidental y la riqueza cultural de Turquía, una parada obligatoria en cualquier viaje por estas tierras.

Mykonos.... para perderse en ella

Quisiera llevarte a una pequeña isla de Grecia, blanca y soleada, inmersa en las turquesas aguas del mar Egeo, perteneciente al archipiélago de las islas Cícladas, llamada Mykonos. Según la mitología griega, fue nombrada así por el héroe Mykono. Siendo considerada la isla de la luz, pues aquel del que tomó su nombre era hijo del luminoso Apolo.
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Podemos llegar hasta ella en avión desde Atenas, por ferry regular diario desde el Pireo y otra fórmula es el Hidrofoil, pero nosotros lo haremos sin coste alguno a través de algunas imágenes inconfundibles que quedaron guardadas en mi retina cuando estuve en ella y un poco de imaginación partiendo a pie desde el puerto pesquero de su capital, la ciudad de Chora, ya que contamos con la ventaja de que al ser tan pequeña las distancias son muy cortas.
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No te hará falta caminar muchos metros para descubrir que la belleza y la magia, a la que debe su fama y que perdidamente te enamora, reside conforme nos vamos adentrando, en sus callejuelas estrechas, angostas, adoquinadas que se entrecruzan desordenadamente formando una especie de laberinto, que se extiende hacia la llanura. Las calles estan plagadas de diminutas iglesias, tiendecitas, bares, pubs, restaurantes, galerías de arte y casitas cúbicas muy pintorescas, todas ellas encaladas con sus puertas y ventanas pintadas de azul ultramar, rojo cadmio o azul ceruleo y adornadas por buganvillas de diferentes colores que cuelgan de sus balcones.
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Vamos hacia la parte más baja del pueblo, a uno de los lugares más románticos de la isla Mykonos, el barrio de la Pequeña Venecia. Son típicas sus viejas casas elegantes situadas en el borde del mar con preciosos balcones de madera y pórticos asomados hacia él. Hagamos aquí una parada sentados en las escaleras de madera sintiendo las agitadas olas del mar chocar por debajo mientras bebemos algún cocktel refrescante y te cuento que el atractivo de este lugar y sus maravillosas puestas de sol lo convierten en el sitio predilecto de muchos artistas y fotógrafos. Actualmente, se han convertido en los más curiosos bares de copas de la isla.
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Retomando el paseo bordeando la orilla y hacia arriba, se pueden ver en el horizonte sobre una gran plaza mirador, los blancos molinos de viento. Aunque podríamos divisarlos desde cualquier punto donde nos encontremos. Se utilizaron para moler los productos agrícolas y en total había 16 molinos operativos actualmente en desuso, aunque alguno puede visitarse como museo.
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Se dice que en Mykonos el legendario Hércules mató a los gigantes, cuyos cuerpos petrificados formaron las rocas de la isla. En otra versión del mito, es el mismísimo Poseidón quien levanta las rocas que la forman. Yo pienso, al igual que Don Quijote, que dichos molinos de viento son protectores Gigantes que luchan contra viento que azota fuerte a la isla con frecuencia.
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Nuestro paseo está llegando a su fin, volvemos al punto de partida de nuestra visita, el pintoresco puerto lleno de barquitas y marineros que pueden llevarte a todos los rincones de la costa, así como a las vecinas islas y a la cercana Delos, donde se encuentra uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de Grecia.
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Pero no podemos irnos sin antes despedirnos del pelícano Petros, la mascota de la isla. Es muy fácil dar con él en cualquier bar del puerto buscando una buena pieza fresca de pescado. La leyenda cuenta que un pescador de Mykonos tropezó con un pelícano herido y se hizo cargo de él. Tras recuperarse, lo puso en libertad. Pero el pelícano decidió quedarse en la isla. Cuando murió en 1986, Mykonos se puso de luto y Jackie Kennedy Onassis regaló otro pelícano a la isla, Irene. El parque zoológico de Hamburgo donó también otro llamado Petros II. Hace algunos años, otro pelícano resultó herido y fue recogido y cuidado por la población local. Lo llamaron Nikolas. Así que no hay uno, ¡¡sino tres pelícanos que se pueden ver por la isla!!
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Cierra los ojos unos segundos y vuelve a respirar hondo mientras poco a poco vamos regresando…

¿Qué te ha parecido el ejercicio? ¿Has olvidado el frío? ¿Ha sido un sueño o pura ilusión?

Islas Cicladas: Santorini


El siguiente destino fue a Santorini, una de las islas más visitadas del archipiélago de las Cícladas y de todo el país.


Es más que sabido que su actual forma de media luna y su peculiar configuración geológica es el resultado de una de las mayores catástrofes naturales de que se tiene constancia: la erupción del volcán hace unos 3500 años, que acabó con la explosión de la caldera tragándose parte de su superficie y partiendo la isla en dos. Se formó un cráter de 22 kilómetros cuadrados y posteriores erupciones originaron las tres pequeñas islas visibles desde el acantilado.


Aunque habitualmente nos referimos a Santorini como una única isla, en realidad es un archipiélago formado por cinco islas: Thira, Thirassia, Palia Kameni, Nia Kameni y Aspronisi, todas ellas resultado de la gran erupción volcánica. Tan sólo Thira (o Fira) y Thirassia están habitadas, mientras que en el resto continua existiendo cierta actividad volcánica.




En los documentos históricos la encontraremos con nombres como Thira (o Thera), Kalliste o Strongyle entre otros. El nombre actual de Santorini se lo dieron los venecianos en el siglo XIII y hace honor a una pequeña iglesia dedicada a Santa Irene, la cual se encuentra en Thirassia.

Su configuración geológica le da una belleza única e indiscutible. En el oeste, sus escarpados acantilados se precipitan sobre el mar y éstos se van suavizando lentamente hacia el sur donde se encuentran la mayoría de playas.
Existe una teoría o más bien una leyenda, que ubica en Santorini la perdida Atlántida, la isla legendaria desaparecida en el mar y descrita por primera vez en textos de Platón. Lo que sí parece probable es que la erupción de Thera fuera la responsable de la desaparición de la civilización Minoica que habitaba en Creta en el siglo XVI a.C. Según esta hipótesis, las olas que generó la explosión volcánica destruyeron al completo la ciudad de Thera, principal puerto comercial de los minoicos. Olas de 150 metros habrían llegado a Creta, devastando los puertos importantes de la costa norte de la isla, malogrando cosechas y siguiendo años de hambrunas y debilidad que aprovecharon los pueblos invasores.

Debido a la ubicación de Santorini sobre el llamado arco helénico donde la plataforma africana se desliza por debajo de la euroasiática, la actividad sísmica es también constante. En el año 1956, la isla padeció un devastador terremoto que destruyó gran parte de la ciudad de Fira, renaciendo posteriormente como desafío a la poderosa madre tierra.




Después de esta pequeña introducción, debo decir que teníamos muchas ganas de conocer Santorini y quizás cada uno de nosotros por motivos distintos. Éramos también conscientes del cambio brusco que suponía pasar de la tranquila y verde isla de Skopelos al secarral y archiconocida isla de Santorini, lo que entusiasmaba a nuestra hija porqué con sus casi dieciocho años, lo de paz y tranquilidad, bien, pero hasta cierto punto. O sea que, todos contentos, porqué con sus más y sus menos a los tres nos cautivó y disfrutamos enormemente de sus paisajes, de los colores de sus construcciones, de sus puestas de sol y de los increíbles cielos azules.


Intentaré enumerar sin ningún orden los más y los menos bajo mi único criterio (porqué seguro que lo que para mí fuera un inconveniente para nuestra hija pudo ser un top ten).

Lo más de Santorini:

1.- La espectacular morfología tanto de Fira, su capital, como del pueblo de Oia.
Ambas se encuentran construidas sobre un acantilado que cae en picado sobre el mar y se asoman a la caldera, el hueco dejado por el volcán y ocupado ahora por las aguas del Egeo.





2.- La gran capacidad de sus habitantes de hacer resurgir de los escombros del terremoto de 1956 unas construcciones tan bien adaptadas al terreno, muy sencillas pero a la vez extremadamente bellas.






3.- Pasear por Fira a las siete de la mañana y acercarse a la caldera cuando las calles están aun desiertas, los negocios cerrados y tus privilegiados ojos no dan crédito a tanta maravilla. 


4.- Los colores de la isla: el blanco y el azul. El blanco limpio de sus encaladas paredes y el azul de las cúpulas de las pequeñas iglesias que inundan todos los rincones de la isla compitiendo con el intenso azul del cielo. La imagen que nos viene a la cabeza cuando pensamos en una típica isla griega.
  






5.- Las espectaculares puestas de sol desde Fira y especialmente desde Oia y el color rosado que va envolviendo las casas con el dorado atardecer.






6.- Las increíbles, bien logradas y mágicas terrazas tanto en Fira como en Oia desde donde se puede disfrutar del paisaje, especialmente a última hora de la tarde mientras se espera la puesta de sol.






7.- El atardecer en Oia, cuando empieza a iluminarse tomando un aspecto de pueblo de las mil y una noches.


8.- Sus viñas, bodegas y su vino. La ceniza volcánica y la lava volcánica aportan a la tierra las condiciones idóneas para el cultivo de la viña. El assyrtiko es una variedad local que se cultiva desde la antigüedad y una de las mejores cepas para elaborar el vino blanco. Se realiza un sistema de poda ancestral con los sarmientos más largos arrollados en el suelo para proteger los racimos de los rayos del sol y del viento que sopla a menudo en la isla.
Como resultado de todo ello encontramos vinos elaborados con más de 300 variedades, algunas ya cultivadas en la época clásica que se pueden resumir en tos grandes grupos: un vino blanco y seco parecido a un vino de aguja y el famoso Vinsanto (cuyo nombre significa “vino de Santorini” y no “vino santo”), un vino muy dulce y empalagoso ya conocido en tiempos de Homero. 

Leo que en Santorini se encuentra el viñedo más antiguo que aun está produciendo hoy en día después de casi 3500 años de Historia. Curiosamente, la misma afirmación la escuché el pasado mes de abril en la ciudad eslovena de Maribor.
Se pueden visitar varias bodegas repartidas por toda la isla. En nuestro caso, visitamos la pequeña bodega Gavala en el pueblo de Megalochori, una de las más antiguas y explotada actualmente por la cuarta generación de la misma familia y donde se sigue pisando la uva con los pies.






9.- Excursión al volcán de Nea Kameni. Observar las variadas tonalidades de la piedra volcánica, los diferentes cráteres, el olor a azufre y las fumarolas que evidencian la existente actividad, así como el calor que se desprende en algunos puntos de los cráteres centrales, las higueras y flores que crecen en un terreno a simple vista tan agreste.
La excursión también merece la pena para poder contemplar la caldera y el pueblo de Fira desde el mar.






10.- Descubrir que aun quedan pueblos como Megalochori que escapan de las masas de turistas y donde se puede caminar sin verse acosado por las multitudes, saboreando el paseo por sus calles peatonales que conducen a la Plaza Mayor.




11.- Visita a las ruinas arqueológicas de Thira. Pasado el pueblo turístico de Kamari, se toma un desvío y se sigue una carretera de curvas infernal pero que ofrece unas vistas impresionantes a medida que va subiendo. Arriba de la montaña calcárea que forma el cabo de Mesa Vouno se encuentra la antigua ciudad de Thira o Tera, un interesante emplazamiento arqueológico. Se pueden ver los restos de distintas civilizaciones que se asentaron, empezando por los dorios en el siglo IX a.C., siguiendo por los griegos, los romanos y los bizantinos. Son interesantes los restos de la pequeña iglesia bizantina, el antiguo templo con relieves de diferentes animales tallados en la piedra, como un león o un delfín. También los restos del ágora o las de un teatro. El emplazamiento es de considerables dimensiones y la visita es muy agradable tanto por las vistas sobre Kamari y el inmenso azul del mar de fondo, como por la brisa que corre.







12.- Escapar de las multitudes y refugiarse en la iglesia del convento de clausura de las dominicas en Fira, contiguo a la catedral católica de la ciudad para escuchar los cánticos de las monjas. El convento se fundó en 1596 y fue la única orden monástica que permaneció en la isla después del terremoto de 1956. La avanzada edad de las monjas hizo temer su desaparición pero a principios de los años 80 llegaron a Santorini las primeras monjas españolas. Actualmente son unas quince, únicamente dos de las cuales son griegas.



13.- Playas bien dotadas con parasoles de paja así como casetas para poderse cambiar cómodamente.



14.- A pesar de que no se ven tantos perros sueltos como en Atenas, sí que vimos algunos, especialmente en Oia. Me gustó que todos lleven su chapa identificativa y que se encuentren algunos dispensadores de pienso para estos animales callejeros.



Lo menos de Santorini:
 1.- El gentío que invade los lugares más turísticos de la isla, especialmente las estrechas y retorcidas calles empedradas de Fira que, literalmente ,se llenan cuando desembarcan los miles de cruceristas. Ver las puestas de sol rodeados de tanta gente que hace perder gran parte de su encanto y te hace sentir como en un parque de atracciones.




2.- Estar en la playa y sentir como los vuelos chárter no dejan de sobrevolar tu cabeza, especialmente en la playa de Kamari cercana al aeropuerto.


 3.- Los cientos de quads que invaden las carreteras de toda la isla y que se han convertido en uno de los principales medios de transporte para los turistas que visitan la isla en un solo día.
Encontrarse una hilera de quads aparcados en el cabo de Akrotiri, cerca del faro, fue una decepción ya que ¡ilusa de mí! pensaba que encontraríamos un lugar solitario. Menos mal que las vistas merecieron la pena.




4.- Que mucha gente no respete las normas de tráfico y que la obligatoriedad del uso de cinturón de seguridad o de casco en el caso de los conductores de motocicletas se cumpla a medias.

5.- Las procesiones de burros y mulas que transportan turistas desde el puerto viejo de Fira o desde el puerto de Oia hasta el pueblo. Adornarlos con unos ridículos atuendos y tenerlos “aparcados” a pleno sol no me pareció nada agradable por muy típico que se considere. Para evitar los 586 escalones se puede subir en un rápido y cómodo telecabina por 4€ por persona. Por la edad media de los encargados de los animales, me gustaría creer que el negocio tiene los días contados. La mayoría tienen edad de estar retirados y sus descendientes se dedican a otras actividades que les aportan mayores ingresos.








8.- En Santorini a cada paso te encuentras una iglesia, ermita, monasterio o capilla. La mayoría de ellas las han hecho construir particulares en señal de agradecimiento o simplemente para su propio uso. Es lógico que se encuentren cerradas, pero me hubiera gustado curiosear un poco su interior.




9.- El efecto crisis también se nota en Santiorini. Es cierto que los lugares más céntricos siguen con su frenética actividad, pero por los alrededores de Fira se ven bastantes locales cerrados que dan una sensación de abandono.

10.- Algunos precios abusivos. Normal, siendo un lugar tan turístico.


En conclusión, más pros que contras. Santorini es una isla preciosa, con suficientes alicientes para dedicarle unos días. Descartamos el propósito inicial de visitar Folegandros porqué los cuatro días completos en Santorini nos quedaron cortos.
Y lo más gratificante: ver a nuestra hija tan feliz por verse cumplida una de sus ilusiones.